Corría el año 1984 cuando salía a la luz la primera entrega de los Superfantastics, que podéis encontrar en la sección de Narrativa de esta página web. Os presento ahora la segunda entrega de la saga, una continuación que todos creían perdida, pero que ha sido rescatada de una de las carpetas polvorientas del fondo de un armario tarraconense con aspecto de ruina romana. El ejemplar, único en el mundo, apareció escrito a lápiz, por lo que ha sido precisa la intervención de un profesional del photoshop de cara a una restauración contrastada. Si bien en el volumen anterior el autor desplegaba todo su potencial visual a través del coloreado, que otorgaba un realismo casi tridimensional y facilitaba la caracterización de los personajes, en esta ocasión ha optado por el lápiz monocromo. Este giro hacia la abstracción va acompañado de un refinamiento en la caligrafía: del uso tosco de las mayúsculas con letras separadas entre sí, se pasa a una redondilla enlazada y continua, tan exquisita que le exige al lector ciertos conocimientos de paleografía. Con todo, a pesar de los cambios en el color y la escritura, el autor no ha perdido la valentía en el estilo y sigue apostando por una sintaxis inconexa, una gramática desconcertante y una ortografía aparentemente descuidada que horrorizará a cualquiera de los adultos que no comprendan la voluntad rompedora y vanguardista de un niño de cinco años al que no le tiembla el pulso, si bien se le tuerce la línea por no utilizar plantilla alguna. Pero tampoco usa este autor ninguna plantilla a la hora de imaginar nuevas aventuras para héroes ya manidos. En este caso veremos cómo nuestros héroes de marvel favoritos, tanto los buenos como los malos, tienen que unir sus fuerzas para combatir una nueva amenaza: la invasión de unos diminutos marcianos con apariencia de hormiga denominados en unas páginas brabris y en otras bribros; seres venidos del inquietante planeta numérico 2208X2XXL2, quién sabe para qué, y supuestamente enviados por un tal rey Carabur que no aparece nunca y no es nombrado ni una sola vez.
Montañas y castillos raros que cambian de forma, emboscadas épicas dignas del mejor Far West, ciencia ficción incipiente, rayos láser junto a las clásicas flechas, el dragón de dos cabezas Cractolbil, el engendro bridoble (un bribro de dos cuerpos), un pez de lengua larga que mata al personaje equivocado, lanchas y tanques futuristas, cavernas secretas donde se esconde una lámpara de oro que nadie sabe para qué sirve y donde se gestan todo tipo de estrategias… Un sinfín de elementos que no dejarán indiferente a ningún lector mínimamente curioso. Sin lugar a dudas la segunda mejor obra del autor: Los Superfantastic y los superdiabolicos en los marcianos de Carabur.
Se nos anuncia al final una tercera entrega, una continuación, pero desgraciadamente parece ser que no se llevó nunca a cabo, a no ser que terminara desintegrada en la propia memoria sin fondo del que esto escribe.